Manifiesto Zapatista

viernes, 6 de julio de 2012
A pesar de la opinión que uno pueda tener de algún movimiento social/político/religioso, hay ciertos discursos que trascienden el lugar, el momento, el contexto y hasta al interlocutor. Es como si el emisor solo fuera el instrumento que usa la palabra para manifestarse (esa idea la saqué de algún lado cuyo nombre no puedo acordarme). Para los lingüistas, neurolingüistas y muchas otras personas cuyo rol en la vida del mundo no termina con la palabra 'lingüista', la palabra tiene una importancia enorme, aunque olvidada. Saben los que saben que dicen, que nuestra capacidad de invocarla es la medida de nuestra inteligencia (o la menos una de ellas). La palabra ha servido tanto a los poderosos para convencer y manipular a naciones enteras, para sembrar tristeza, miedo y odio en los corazones de millones de personas, como a los pueblos a aferrarse del borde del olvido, para preservar sus tradiciones, su cultura, su forma única de ver y entender el mundo que los rodea. Palabras para herir, palabras para curar.

Cientos de movimientos de insurrección han surgido a lo largo de la historia de... la historia. Movimientos obreros, campesinos, indígenas, estudiantiles, movimientos contra el clasísmo, el racismo, la discriminación, la violencia... Todos distintos entre si, con discursos, motivos y objetivos distintos; pero con, al menos, 2 cosas en común: 1) alto a toda forma de opresión, un mundo más igualitario, sin tiranos, en el que no tengan que sufrir represión ni persecuciones por ser quienes son o hacer lo que ahcen; y 2) todos se han valido de la palabra para expresar su inconformidad, para atraer más adeptos a sus causas, para decirle al mundo por que están luchando y por que están dispuestos a morir.
No todos tenemos el don de la palabra, pero los que lo tienen, lo han usado así:

Al pueblo de México:
A los pueblos y gobiernos del mundo:
Hermanos:
No morirá la flor de la palabra. Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder.
Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo. Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada.
Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos.
Nuestra lucha es por el hambre, y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos.
Nuestra lucha es por un techo digno, y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia.
Nuestra lucha es por el saber, y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio.
Nuestra lucha es por la tierra, y el mal gobierno ofrece cementerios.
Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergüenzas.
Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro.
Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos.
Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas.
Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos.
Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido.
Nuestra lucha es por la Patria, y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras.
Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción.
Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz. Estas fueron nuestras banderas en la madrugada de 1994. Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los 500 años. Estas son, hoy, nuestras exigencias.
Nuestra sangre y la palabra nuestra encendieron un fuego pequeñito en la montaña y lo caminamos rumbo a la casa del poder y del dinero. Hermanos y hermanas de otras razas y otras lenguas, de otro color y mismo corazón, protegieron nuestra luz y en ella bebieron sus respectivos fuegos.
Vino el poderoso a apagarnos con su fuerte soplido, pero nuestra luz se creció en otras luces. Sueña el rico con apagar la luz primera. Es inútil, hay ya muchas luces y todas son primeras.
Quiere el soberbio apagar una rebeldía que su ignorancia ubica en el amanecer de 1994. Pero la rebeldía que hoy tiene rostro moreno y lengua verdadera, no se nació ahora. Antes habló con otras lenguas y en otras tierras. muchas montañas y muchas historias ha caminado la rebeldía contra la injusticia. Ha hablado ya en lengua náhuatl, paipai, kiliwa, cúcapa, cochimi, kumiai, yuma, seri, chontal, chinanteco, pame, chichimeca, otomí, mazahua, matlazinca, ocuilteco, zapoteco, solteco, chatino, papabuco, mixteco, cuicateco, triqui, amuzgo, mazateco, chocho, izcateco, huave, tlapaneco, totonaca, tepehua, popoluca, mixe, zoque, huasteco, lacandón, maya, chol, tzeltal, tzotzil, tojolabal, mame, teco, ixil, aguacateco, motocintleco, chicomucelteco, kanjobal, jacalteco, quiché, cakchiquel, ketchi, pima, tepehuán, tarahumara, mayo, yaqui, cahíta, ópata, cora, huichol, purépecha y kikapú. Habló y habla la castilla.
La rebeldía no es cosa de lengua, es cosa de dignidad y de ser humanos.
Por trabajar nos matan, por vivir nos matan. No hay lugar para nosotros en el mundo del poder. Por luchar nos matarán, pero así nos haremos un mundo donde nos quepamos todos y todos nos vivamos sin muerte en la palabra.
Nos quieren quitar la tierra para que ya no tenga suelo nuestro paso. Nos quieren quitar la historia para que en el olvido se muera nuestra palabra. No nos quieren indios. Muertos nos quieren.
Para el poderoso nuestro silencio fue su deseo. Callando nos moríamos, sin palabra no existíamos. Luchamos para hablar contra el olvido, contra la muerte, por la memoria y por la vida. Luchamos por el miedo a morir la muerte del olvido.
Hablando en su corazón indio, la Patria sigue digna y con memoria.
Subcomandante Insurgente Marcos

(Intenté remarcar más frases que me parecieran... bueno, remarcables. Pero me di cuenta que tendría entonces que remarcar casi todo el texto, lo cual, como comprenderán, era bastante absurdo. De cualquier forma, todo el texto es muy citable, por eso decidí compartirlo todo en lugar de extraer solo unos pocos quotes; espero les guste)